La Acción Católica se define pues, como “la participación de los seglares en el apostolado jerárquico de la Iglesia”, por lo tanto es de la misma naturaleza que el apostolado de la Jerarquía, una acción “no de orden material sino espiritual; no de orden terreno, sino eclesial; no político sino religioso”. La unión de las fuerzas católicas organizadas para la afirmación, la difusión, la actualización y la defensa de los principios católicos en la vida individual, familiar y social. Diferentes Papas han aportado a este importante grupo Católico
Pío IX: Promueve en el apostolado la idea de unión de los católicos para ir coordinando los esfuerzos de todos los seglares.
Pío X: Busca la reunión de todas las obras seglares en un sólo movimiento que llama «Acción Católica«.
Benedicto XV: Propone y realiza la Acción Católica en forma unitaria, creando las juntas directivas en los planos diocesanos para imprimir cohesión a los grupos parroquiales. Señala con claridad el carácter apostólico eclesial de la Acción Católica para distinguirlo del de otras instituciones de carácter meramente temporal.
Pío XI: Da el impulso definitivo a la Acción Católica mediante el magisterio que llega a todo el mundo. La define como «la participación y colaboración de los seglares en el apostolado jerárquico de la Iglesia«. Mediante la encíclica “Urbi Arcano» del 23 de diciembre de 1922.
En Venezuela, fue el impulso del Nuncio Apostólico, Monseñor Fernando Cento, que con el respaldo del Papa lleva la fundación del movimiento en 1927. De él surgieron diferentes ramas, como la Unión de Damas de la Acción Católica (UDAC), la cual después se llamaría Unión de Mujeres de la Acción Católica (UMAC); seguido de la unión de Hombres Católicos. Más tarde sería la Juventud Católica Femenina Venezolana (JCFV) y la Juventud Católica Masculina de Venezuela. De esta forma, surgieron distintas divisiones especializadas para universitarios, así como existió también la Juventud Obrera Católica (JOC).