Quo vadis es una frase latina que significa ¨ ¿Adónde vas? ¨. La frase está vinculada a una tradición cristiana que gira en torno a San Pedro. De acuerdo con los Hechos de Pedro, el Emperador Nerón en el año 64 comenzó una persecución contra los cristianos. Temeroso de que algo malo le pudiera suceder, Pedro escapa de Roma por la Vía Apia, pero en el camino se encuentra con Jesucristo que iba cargando una cruz.
En el presente título que recoge en parte lo que estamos viviendo y llevamos dos décadas, es importante que cada uno se pregunte, ¿Por qué hemos llegado hasta aquí? ¿Qué provocó esta situación tan agobiante?, No sólo para los que ¨vivimos¨ aún en Venezuela, sino también aquellos que se han visto forzados a huir para buscar calidad de vida y ayudar a sus familiares que permanecen en el país.
Prolongar la actual dramática situación con jóvenes sin esperanza, exiliados y perseguidos, resulta criminal. El tiempo urge y debemos buscar sin demora la transición a una Venezuela reconciliada e inclusiva. Cada día que se demora aumente la muerte, miseria, el éxodo y desesperanza.
Por otra parte, son muchos los personajes que entran en juego durante las lecturas en esta semana y, por ello debemos estar atentos para descubrir en quién nos parecemos en esta hoy crucificada y saqueada Venezuela sin servicios públicos básicos (transporte, agua potable, medicamentos, servicio eléctrico).
Quien se ha encontrado con el Crucificado y con los crucificados de la tierra puede hablar y actuar de forma sensata y fecunda sobre el curso de la vida y sobre el curso del mundo. Con la experiencia de la cruz se puede arrojar el mal, transformar el dolor, irradiar esperanza. La Cruz nos atrae hacia Jesús, nos atrae a la Vida y a la Salvación.
Vivir estos próximos días es acompañar a Jesús con nuestra oración, y arrepentimiento de nuestros pecados, acudir al sacramento de la Reconciliación en estos días para morir al pecado y resucitar con Cristo el día de Pascua. Lo importante no es recordar con tristeza lo que Cristo padeció, sino entender por qué murió y resucitó. Por ello, su resurrección nos recuerda que los hombres fuimos creados para vivir eternamente junto a Dios.
Jesús crucificado, refuerza en nosotros la fe que no cede a las tentaciones, reaviva en nosotros la esperanza que no se desvía siguiendo las seducciones del mundo, custodia en nosotros la caridad que no se deja engañar por la corrupción y la mundanidad. Enséñanos que la Cruz es el camino a la Resurrección.
¨Hoy acompañar a Jesús es acompañar a los sufrientes de Venezuela dentro y fuera de sus fronteras y ser solidarios unos a otros con la fuerza de Dios que resucita (como lo hizo Jesús), demostrando que el amor es más fuerte que la muerte. ¨ Luis Ugalde, S.J.
Finalmente, pido oraciones para todo el que lea o escuche esta reflexión, porque estaré convencido que sólo con la ayuda de Dios y el amparo de Nuestra Señora de Coromoto patrona de Venezuela, dentro del tiempo de Dios, comenzaremos a escribir una nueva historia de libertad, justicia y paz en nuestra patria.
Oración
¨Oh Cruz de Cristo, Arca de Noé que salvó a la humanidad del diluvio del pecado, líbranos del mal y del maligno. Oh Trono de David y sello de la Alianza divina y eterna, despiértanos de las seducciones de la vanidad. Oh grito de amor, suscita en nosotros el deseo de Dios, del bien y de la luz.
Oh Cruz de Cristo, aún hoy te seguimos viendo en los destructores de nuestra «casa común» que con egoísmo arruinan el futuro de las generaciones futuras. Oh Cruz de Cristo, aún hoy te seguimos viendo en los destructores de nuestra «casa común» que con egoísmo arruinan el futuro de las generaciones futuras.
Oh Cruz de Cristo, aún hoy te seguimos viendo en los rostros de los niños, de las mujeres y de las personas extenuadas y amedrentadas que huyen de las guerras y de la violencia, y que con frecuencia sólo encuentran la muerte y a tantos Pilatos que se lavan las manos. Oh Cruz de Cristo, enséñanos que el alba del sol es más fuerte que la oscuridad de la noche. Oh Cruz de Cristo, enséñanos que la aparente victoria del mal se desvanece ante la tumba vacía y frente a la certeza de la Resurrección y del amor de Dios, que nada lo podrá derrotar u oscurecer o debilitar¨. Amén.
Papa Francisco.
Manuel Díaz M.
Dpto. Espiritualidad
Consejo Central.