EL MEDIO AMBIENTE

La ecología estudia las relaciones entre los organismos vivientes y el ambiente donde se desarrollan.

Cuando se habla de “medio ambiente” nos estamos refiriendo a la relación que existe entre la naturaleza y la sociedad que la habita. Esto nos impide entender la naturaleza como algo ajeno a nosotros, como un mero marco de nuestra vida. No hay una crisis ambiental y otra social, sino una sola y compleja crisis socio-ambiental.

Las distintas criaturas se relacionan conformando unidades mayores que hoy llamamos “ecosistemas”. Dichos ecosistemas deben ser tenidos en cuenta por su valor intrínseco y no solo para determinar su uso racional.

Todo está relacionado y, por eso, la salud de las instituciones de una sociedad tiene consecuencias en el ambiente y en la calidad de vida humana. Además, lo que sucede en una región repercute sobre las demás.

UNA RIQUEZA CULTURAL QUE ESTÁ EN PELIGRO

La ecología supone también el cuidado de la riqueza de las distintas culturas, no sólo del pasado, sino muy especialmente del presente.

La actual economía globalizada tiende a homogeneizar las culturas. La inmensa variedad cultural es un tesoro del que no podemos prescindir. Ni siquiera la noción de calidad de vida puede imponerse.

La desaparición de una cultura puede ser tanto o más grave que la desaparición de una especie animal o vegetal. La imposición de un estilo hegemónico de vida ligado a un modo de producción puede ser tan dañina como la alteración de los ecosistemas.

Es indispensable prestar especial atención a las comunidades aborígenes y sus tradiciones culturales. Para ellos, la tierra no es un bien económico, sino don de Dios y de sus antepasados que descansan en ella. Un espacio sagrado con el que interactuar para mantener su identidad y sus valores. Cuando permanecen en sus territorios, son ellos quienes mejor los cuidan. Sin embargo, en diversas partes del mundo, están siendo despojados de sus tierras para dedicarlas a grandes proyectos extractivos y agropecuarios que no tienen en cuenta su degradación.

CRISIS SOCIAL

A veces es encomiable la ecología humana que pueden desarrollar los pobres en medio de tantas limitaciones.

Para los habitantes de barrios muy precarios, el paso cotidiano del hacinamiento al anonimato social que se vive en las grandes ciudades puede provocar una sensación de desarraigo que favorece las conductas antisociales y la violencia. Sin embargo, quiero insistir en que el amor puede más.

Dada la interrelación entre el espacio y la conducta humana, hace falta cuidar el diseño de las ciudades de modo que se facilite nuestra sensación de arraigo.

No sólo los pobres, sino una gran parte de la sociedad sufre serias dificultades para acceder a una vivienda propia. La posesión de una vivienda tiene mucho que ver con la dignidad de las personas y con el desarrollo de las familias. Por eso, si en un lugar ya se han desarrollado conglomerados caóticos de casas precarias, se trata de urbanizar esos barrios, no de erradicar y expulsar.

La calidad de vida en las ciudades tiene mucho que ver con el transporte, que suele ser causa de grandes sufrimientos para los habitantes.

Pero, si las ciudades son muchas veces deshumanizantes, no podemos olvidarnos de quienes viven en zonas rurales. Allí donde muchas veces no llegan los servicios esenciales y hay trabajadores reducidos a situaciones de esclavitud, sin derechos ni expectativas de una vida más digna.

EL PROPIO CUERPO

La aceptación del propio cuerpo como don de Dios es necesaria para acoger el mundo entero como regalo de Dios. Una lógica de dominio sobre el propio cuerpo se transforma en una lógica de dominio sobre la creación. La valoración del propio cuerpo en su femineidad o masculinidad es necesaria para reconocerse a sí mismo en el encuentro con el diferente.

EL BIEN COMÚN

El bien común presupone el respeto a la persona humana. También reclama el bienestar social de forma especial de la familia, que es la célula básica de la sociedad. Finalmente, el bien común requiere la paz social. Esta paz no se produce sin una atención particular a la justicia distributiva. Toda la sociedad de manera especial el Estado- tiene la obligación de defender y promover el bien común.

En las condiciones actuales de la sociedad mundial, donde cada vez más personas son descartadas, el principio del bien común se convierte en un llamado a la solidaridad y en una opción preferencial por los más pobres.

La noción de bien común incluye también a las generaciones futuras. Desarrollo sostenible equivale a solidaridad intergeneracional. Las predicciones catastrofistas ya no pueden ser miradas con desprecio. A las generaciones futuras podríamos dejarles demasiados escombros, desiertos y suciedad.

La dificultad para tomar en serio este desafío tiene que ver con un deterioro ético y cultural que acompaña al deterioro ecológico. Muchos problemas sociales se relacionan con el inmediatismo egoísta actual. No imaginemos solamente a los pobres del futuro, basta que recordemos a los pobres de hoy, que tienen pocos años de vida en esta tierra y no pueden seguir esperando.

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Coordinador Nacional del Departamento de Promoción, Redes, Comunicación y Publicación de la Acción Católica de Venezuela - Periodo 2019 - 2022 Consejo Central

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