En los últimos decenios la Iglesia en Venezuela, a través de la voz de sus pastores ha venido demandando una Acción Católica al servicio de las necesidades pastorales del laicado habitual de las parroquias y de las diócesis. Tras un proceso de restructuración, la nueva etapa de la Acción Católica de Venezuela tiene como punto de inicio en agosto de 2019 en la XXVIII Asamblea Nacional Ordinaria de la Acción Católica de Venezuela. Es aquí donde la ACdeV, en un clima de esperanza y alegría cristianas, acoge el Proyecto de Acción Católica en Salida «Misión con Todos y para Todos» propuesta por el Foro Internacional de Acción Católica y que el Papa Francisco adopto con tanto amor y cariño.
Por el impulso del Nuncio Apostólico, Monseñor Fernando Cento y el deseo del Santo Padre; se funda en el año de 1927 en Venezuela la Acción Católica. De esta asociación surgieron diferentes ramas, como la Unión de Damas de la Acción Católica (UDAC) que después se llamaría Unión de Mujeres de la Acción Católica (UMAC), seguido de la Unión de Hombres Católicos; luego sería la Juventud Católica Femenina Venezolana (JCFV) y la Juventud Católica Masculina de Venezuela, surgiendo también, distintas divisiones especializadas para jóvenes universitarios y para los trabajadores, naciendo así la Juventud Obrera Católica (JOC).
Con el paso del tiempo en Venezuela, se fueron debilitando algunas ramas de la organización, para quedar solamente la UMAC. En vista a este debilitamiento surge la necesidad de renovar la organización a través de retomar la formación en un área específica. Es por ello, que en el año de 1997 se reincorpora el Área de Jóvenes, dándole una nueva connotación a la renovación de la organización, cumpliendo así con el deseo de cada uno de los miembros existentes para esa época.
Viendo los avances sociales que Venezuela ha estado viviendo, en el año 2002, se realiza, en Asamblea Nacional, una reforma importante de los estatutos que rige la organización, cambiando el nombre de Unión de Mujeres de Acción Católica (UMAC), por ACCIÓN CATÓLICA DE VENEZUELA (ACdeV); dando paso a una gran apertura, recibiendo como miembros a personas de cualquier edad, nacionalidad, condición social, sexo y estado civil.
A finales del siglo XIX, la Iglesia universal comienza a sentir la necesidad de organizaciones laicales para afrontar nuevos requerimientos pastorales propios de la época, y se inicia un proceso asociativo impulsado por los Papas a partir de Pío IX. Dentro de este proceso, diverso en intentos, se va perfilando una forma nueva de vivir el compromiso laical, signada por una preocupación más amplia por toda la misión y la vida de la Iglesia, no dedicada principalmente a la defensa de sus derechos públicos ni orientada específicamente a la realización de obras de caridad o de piedad, sino también interesada en la restauración de todas las cosas en el espíritu evangélico, y en trabajar por la «cuestión social» planteada por León XIII en su magisterio.
Se va perfilando una forma asociada a la que, finalmente, Pío XI da especial impulso y ordenamiento orgánico. La define como “la participación de los laicos en el apostolado de la jerarquía” y la confirma bajo el nombre de Acción Católica tal como se había venido usando.
Posteriormente, con el papa Pío XII, la palabra “participación” propia de la AC fue transformada por las más matizadas de “colaboración”, “cooperación” y “ayuda”, acentuándose una particular radicación parroquial, así como su voluntad apostólico-misionera en la frontera de los diversos ámbitos de la vida (familiar, cultural, social, político…).
Años más tarde, esta particular forma de apostolado laical asociado, es profundamente debatida en el Concilio Vaticano II, que la redefine y la ubica finalmente como «perteneciente al diseño constitucional de la Iglesia» (según palabras de Pablo VI). En la Constitución Lumen Gentium (33) al tratar el apostolado laical que tiene su origen en el Bautismo, distingue como un servicio más comprometido el que cumple la Acción Católica en cuanto “forma laical llamada a una colaboración más inmediata con el apostolado de la Jerarquía«; en el Decreto Ad Gentes (15) coloca a la Acción Católica como «uno de los ministerios necesarios para la plantación de la Iglesia y el desarrollo de la comunidad cristiana«; en el Decreto Apostolicam Actuositatem, caracteriza a la Acción Católica por medio de cuatro notas que la identifican en medio de la creciente constelación de Asociaciones y Movimientos laicales; y en el Decreto Christus Dominus (17) coloca «señaladamente a la Acción Católica» entre las preocupaciones de los Pastores en orden a urgir a los fieles a ejercer su apostolado propio.
La VII Asamblea del Sínodo de los Obispos de 1987, al analizar el amplio panorama del asociacionismo laical, produce una recomendación que es asumida textualmente por Juan Pablo II en el Nº 31 de Christifideles Laici cuando, al referirse al reconocimiento explícito y elección de asociaciones que hace la Jerarquía por exigencia del bien común de la Iglesia para promoverlas de un modo peculiar, dice: «los Padres sinodales han recordado explícitamente diversos movimientos y asociaciones de Acción Católica«, actualizando el valor oficial y público de la AC en la Iglesia. Pablo VI y San Juan Pablo II la describían siempre como “una singular forma de ministerialidad eclesial”.
«La promoción de la Acción Católica, que deberá estimular los esfuerzos de la parroquia a fin de impulsar la evangelización de los ámbitos donde está inmersa; impulsar un laicado adulto, evangelizador, militante y contribuir a la unidad de la comunidad parroquial en la misión y a la corresponsabilidad de todos sus miembros.”
Desde agosto de 2019, en la XXVIII Asamblea Nacional Ordinaria, acogimos con entusiasmo el Proyecto de Acción Católica en Salida «Misión con Todos y para Todos», una iniciativa impulsada por el Foro Internacional de Acción Católica y que el Santo Padre, el Papa Francisco, ha abrazado con tanto amor. Este momento fue, sin duda, un hito que nos inyectó un nuevo impulso y estímulo en nuestra labor evangelizadora.
Desde entonces tratamos de hacer vida este proyecto renovado teniendo muy presentes las palabras del papa Benedicto XVI dirigidas en 2008 a la AC, y que cobran total vigencia en el tiempo actual de la AC: “¿Acaso no es posible también hoy para nosotros niños, para nosotros jóvenes y adultos, hacer de nuestra vida un testimonio de comunión con el Señor, que se transforme en una auténtica obra maestra de santidad? ¿No es precisamente esta la finalidad de nuestra asociación? Ciertamente esto será posible si la Acción Católica sigue manteniéndose fiel a sus profundas raíces de fe, alimentadas por una adhesión plena a la Palabra de Dios, por un amor incondicional a la Iglesia, por una participación vigilante en la vida civil y por un constante compromiso formativo. Responded generosamente a esta llamada a la santidad, según las formas más características de nuestra condición laical… Esta amplia dimensión eclesial, que identifica nuestro carisma asociativo no es un signo de una identidad incierta o superada; más bien, atribuye una gran responsabilidad a nuestra vocación laical: iluminados y sostenidos por la acción del espíritu Santo y arraigados constantemente en el camino de la iglesia, se estimula a buscar con valentía síntesis siempre nuevas entre el anuncio de la salvación de Cristo al hombre de nuestro tiempo y la promoción del bien integral de la persona y de la familia humana.”
Si quieres conocer más sobre la AC puedes leer Proyecto Nacional de Acción Católica "Misión con Todos y Para Todos"
Un documento que descubre lo que verdaderamente es la Acción Católica con el que queremos seguir ofreciendo una respuesta clara, ilusionante y refrescante a las comunidades parroquiales y al mundo en toda su diversidad y pluralidad.
