Al presidir el rezo del Ángelus este domingo desde la ventana del Palacio Apostólico del Vaticano, el Papa Francisco explicó que el matrimonio es la unión fiel de amor entre un hombre y una mujer, sostenidos por la gracia de Cristo.
En su reflexión sobre el Evangelio de hoy, el Papa meditó en un pasaje de San Marcos en el que se recuerda que Dios creó al ser humano hombre y mujer, y en el que Jesús afirma que “el hombre dejará a su padre y a su madre y se unirá a su mujer y serán una sola carne”, para concluir resaltando que “lo que Dios ha unido que no lo separe el hombre”.
“En el proyecto originario del Creador, no es el hombre el que se casa con una mujer, y si las cosas no funcionan, la repudia. No. Se trata de un hombre y una mujer llamados a reconocerse, a completarse, a ayudarse en la vivencia del matrimonio”
“Esta enseñanza de Jesús es muy clara y defiende la dignidad del matrimonio como una unión de amor que implica la fidelidad. Lo que permite a los esposos permanecer unidos en el matrimonio es un amor de donación recíproca sostenido por la gracia de Cristo”, subrayó el Papa Francisco.
“Si en vez de eso en los cónyuges prevalece el interés individual, la propia satisfacción, entonces su unión no podrá resistir. Y es la misma página evangélica la que nos recuerda, con gran realismo, que el hombre y la mujer, llamados a vivir la experiencia de la relación y del amor, pueden dolorosamente realizar gestos que lo pongan en crisis”.
El Papa Francisco precisó que “Jesús no admite todo esto que puede llevar al naufragio de la relación. Lo dice para confirmar el designio de Dios, en el que destacan la fuerza y la belleza de la relación humana”.
El Papa explicó luego que “la Iglesia, de una parte no se cansa de confirmar la belleza de la familia como nos ha sido consignada por la Escritura y la Tradición, pero al mismo tiempo se esfuerza por hacer sentir concretamente su cercanía materna a cuantos viven la experiencia de relaciones rotas o que siguen delante de manera sufrida y fatigosa”.
“El modo de actuar de Dios mismo con su pueblo infiel es decir con nosotros, que nos enseña que el amor herido puede ser sanado por Dios a través de la misericordia y el perdón”. Ante esta realidad, continuó, la Iglesia no está “solo para la condena. Al contrario, ante tantos dolorosos fracasos conyugales, Ella se siente llamada a vivir su presencia de amor, de caridad y de misericordia, para reconducir a Dios los corazones heridos y perdidos”.