El Papa Francisco advirtió, durante la Audiencia General del  miércoles 12 de septiembre, contra la esclavitud del egocentrismo que aparta a unas personas de otras e impide recibir la misericordia de Dios.

Durante su catequesis, el Santo Padre criticó el “ego” que limita la libertad, ya que impide pensar en el prójimo y abrirse a la misericordia de Dios.

De ese ego, explicó Francisco, son muestra las pasiones humanas: “el goloso, el lujurioso, el avaro, el iracundo, el envidioso, el perezoso, el soberbio – y así sucesivamente- son esclavos de sus vicios, que los tiranizan y atormentan”.

El Papa quiso detenerse en el primer caso, el del goloso, “porque la garganta es la hipocresía del estómago, que está lleno, pero nos hace creer que está vacío. El estómago hipócrita nos vuelve golosos. Somos esclavos de un estómago hipócrita”.

Del mismo modo, “no hay tregua ni para el goloso ni para el lujurioso que deben vivir del placer”. Por otro lado, “la ansiedad de la posesión destruye al avaro, siempre acumulan dinero, perjudicando a los demás”. Además, “el fuego de la ira y la polilla de la envidia arruinan las relaciones.

“Los escritores –continuó– dicen que la envidia hace que el cuerpo y el alma se vuelvan amarillos, como cuando una persona tiene hepatitis: se vuelve amarilla. Los envidiosos tienen el alma amarilla, porque nunca pueden tener la frescura de la salud del alma. La envidia destruye. La pereza que evita cualquier esfuerzo hace incapaces de vivir”.

“El egocentrismo soberbio cava una fosa entre uno mismo y los demás”.

 

¡VIVA CRISTO REY!

¡Y SU AMOR SEA NUESTRA LEY!

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